Ubicada a unos 32 kilómetros del centro de Azul, la fábrica fue inaugurada en 1946 y llegó a ser la única productora de trinitrotolueno (TNT) de Sudamérica.
Por Florencia Alamos
Fanazul, la fábrica de pólvora y explosivos perteneciente a la empresa estatal Fabricaciones Militares se prepara para volver a producir el mes próximo a cinco años del intento de cierre que impulsó la administración de la exgobernadora bonaerense María Eugenia Vidal con el despido de más de 200 trabajadores
“Es más rápido destruir que construir, pero nunca hay que bajar los brazos”, es una de las frases que por estos días pronuncian los trabajadores por las instalaciones de esta fábrica emplazada en la localidad de Azul, que tras años de paralización se prepara para elaborar el Mastermix, un tipo de explosivo que fue encargado por Perú.
Fanazul se convirtió en un ícono de lucha desde que se anunció el cierre total de la fábrica el 28 de diciembre de 2017.
Ollas populares; 1.095 días de acampe; cortes en las rutas 51, la 3 y la 226; marchas; dos grandes movilizaciones desde la localidad de Azul hacia la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y la conformación de un Comité de Crisis fueron parte de esa resistencia que consagró a Fanazur como un caso emblemático de la lucha que en determinados momentos deben librar los trabajadores en pos de mantener sus puestos laborales.
“En ese intento de cierre, la fábrica fue destruida y devastada. El camino de la reapertura fue largo. Ha llevado mucho tiempo. Hubo que poner en valor esta unidad productiva desde lo edilicio, lo eléctrico y recuperar equipamiento”, explicó a Télam Vanina Zurita, secretaria de Formación del gremio estatal de ATE Provincia de Buenos Aires.
Pero, como dijo Zurita, la historia “está llegando al final feliz”, ya que el próximo 19 de mayo, se concretará la reapertura de esta fábrica que volverá a producir y generar actividad.
Ubicada a unos 32 kilómetros del centro de Azul, Fanazul fue inaugurada en 1946, y desde sus inicios estuvo destinada a producir bienes y servicios para la defensa, la minería y otras actividades.
Abocada al abastecimiento de estos sectores, la fábrica llegó a ser la única productora de trinitrotolueno (TNT) de Sudamérica.
Durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner, Fanazul se reactivó, luego de un fallido intento de privatización en la gestión de Carlos Menem.
Entre 2003 y 2015 se incorporó personal e inversión a la empresa, y de esta forma “estuvo dentro de los estandartes internacionales”, comentó a Télam Oscar Galante, vicepresidente de Fabricaciones Militares.
Fue así que, para 2015 había cinco plantas productivas dentro de la unidad: la de Nitroglicerina, Trinitrotolueno (TNT), Emulsiones explosivas, Planta de Proyectiles, y el servicio de Destrucción de Materiales Explosivos.
Pero el proceso se interrumpió cuando el Gobierno de Cambiemos (hoy Juntos por el Cambio) determinó, en ese fin de año de 2017, el cierre de la fábrica para “achicar gastos” del Estado.
“La fábrica sólo conservaría tareas de mantenimiento y seguridad”, se informó en aquel entonces a través de un comunicado, y se formalizó el despido de 254 trabajadores contratados y de 35 de planta permanente. Apenas quedaron 16 personas en planta para tareas esenciales trabajando en Fanazul.
“Un Gobierno neoliberal tomó la decisión política de cerrar la planta y hubo (luego) una gestión nacional y popular que tomó la decisión política de poner los recursos necesarios de recuperarla. Eso fue posible por la iniciativa del exministro de Defensa, Agustín Rossi, y del actual ministro, Jorge Taiana”, enfatizó Galante.
El ingeniero recordó: “Decían que había que achicar el Estado y eso daba pérdida, pero nadie mencionó la soberanía en la producción para la defensa de nuestro país”.
El desmantelamiento de la fábrica se dio entre diciembre de 2017 y 2019. Recién en 2020, con cambio de Gobierno, se decidió la reapertura y reconstrucción, con una pandemia de coronavirus mediante que demoró el proceso.
“En 2020 asumió la presidencia de Fabricaciones Militares Iván Durigón y se planteó reactivar la planta de Nitroglicerina y Mastermix, y el servicio de destrucción de explosivos”, indicó Galante.
En contraste con las 16 personas que habían quedado, hoy son 114 los agentes que tienen asignadas tareas en una fábrica que se prepara para volver a producir.
“Hubo casi 100 reincorporaciones o incorporaciones nuevas, se fue incorporando recurso humano y se sumaron cuatro pasantes de ingeniería de la Universidad Nacional del Centro (Unicen)”, detalló Galante.
También que en este lapso se trabajó para reactivar el centro de destrucción de explosivos; recuperar las calderas de vapor; los tanques de ácido; el sistema de calefacción de la glicerina y las cañerías.
Además se adquirieron nuevos equipos de grupos electrógenos, compresores de aire y de amoniaco, se firmaron convenios con la Unicen, con el INTA, y se volvió a instalar un alambrado perimetral para resguardar las instalaciones.
“Que hoy se produzca es resultado del trabajo y de la lucha de estos años. No se hubiera dado la reapertura de la fábrica si no hubiera habido un cambio de gobierno y por la lucha , pero tampoco se hubiera tomado la decisión por parte del Gobierno si no se hubiera sostenido la lucha con las y los trabajadores”, observó Zurita.
Agregó que, “en el peor momento del macrismo, en el que se seguían echando compañeros y se cerraban empresas, nosotros sosteníamos la bandera por la reapertura de la fábrica, y prometíamos que no íbamos a parar hasta que el último compañero recupere su trabajo”.
Desde Fabricaciones Militares confirmaron la reapertura efectiva en mayo y precisaron que ya se lleva invertido más de US$ 5 millones para la puesta en marcha.
“Lo primero que se produzca de Mastermix está vendido a Perú, vamos a complementar lo que vende la sede de Villa María, todo lo que se produzca está vendido, calculamos 21 toneladas al mes, pero una vez que entremos al ritmo, será más”, subrayó Galante.
La expectativa también contiene una promesa de mayor empleo, ya que, si bien hoy son 114 empleados, el objetivo es incorporar “20 personas más a partir de ponerla en marcha y alrededor de 10 y 14 más, si habilitan la planta de destrucción de chalecos”.
“Los servicios de la fábrica se proveen con empresas de la región, son alrededor de 140 salarios que se incorporan a la sociedad azuleña mes a mes”, dijo el representante de Fabricaciones Militares, y remarcó: “Es volver a producir en una planta emblemática de producción para la Defensa, y eso es soberanía nacional”.
Télam.